Esta vez fue decidido de repente, cuando la actividad comercial funcionaba a pleno.
Era una siesta típica de invierno en Tucumán, con su clásico devenir “Plácido y Cansino”, cuando se estremeció y colmó la paciencia y la comprensión de los usuarios de colectivos.
Y claro, como la infausta carta de antaño, los transeúntes y trabajadores tucumanos, recibían en sus redes sociales, la inesperada novedad que los colectivos dejaban de transportar pasajeros desde las seis y media de la tarde.
Si nos aproximamos a la realidad de esta actividad, bien sabido es el rosario de excusas que usaron de pretexto para dejar abruptamente sin servicio a los pasajeros.
Unas veces vertidas de lado de los empresarios y las otras del lado de los choferes.
Pero en cada uno de estos desaprensivos atropellos al derecho de los usuarios, hubo un repetido perjudicado, el bolsillo de los asalariados.
Aveces culpándose entre ellos, otras culpando al gobierno y hasta refugiándose en el atavío de la inflación, siempre ninguneando a los indefensos pasajeros.
Vaya ironía del destino, cuando los trabajadores se limpiaban sus bigotes por el cobro del medio aguinaldo y proyectaban alguna compra que venía postergándose, la insensible actitud de los conductores de colectivos les arrebató esa posibilidad, porque nuevamente deberán destinar una buena parte de sus ingresos, al gasto de traslado en remises.
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