La Comisión Pontificia para la Protección de Menores denunció ante Francisco graves problemas en la gestión del caso de Marko Rupnik, autor entre otros de unos mosaicos de La Almudena
El papa Francisco ha ordenado que se reabra el controvertido caso del reputado sacerdote jesuita esloveno Marko Rupnik, acusado de cometer abusos de poder, psicológicos y sexuales contra varias religiosas. Rupnik es conocido por ser un exitoso y carismático artista religioso, autor de mosaicos que adornan iglesias de todo el mundo, entre ellas la catedral madrileña de La Almudena. El pasado junio fue expulsado de los jesuitas, la orden religiosa a la que pertenece Bergoglio.
La gestión de su caso por parte del Vaticano había suscitado numerosas críticas. Las víctimas de Rupnik habían denunciado que nadie las había escuchado y habían reprochado que la Congregación para la Doctrina de la Fe, que se encarga de analizar los casos de abusos, no hubiera sancionado al jesuita por esos crímenes, que se remontan a los años noventa y hubiera dictaminado que habían prescrito.
Según ha informado el viernes la Santa Sede a través de un comunicado, en septiembre la Pontificia Comisión para la Protección de Menores “denunció ante el Papa graves problemas en la gestión del caso del padre Marko Rupnik y la falta de cercanía a las víctimas”. Tras recibir esta queja, el papa Francisco “pidió al Dicasterio para la Doctrina de la Fe que examinara el caso y decidió que no prescribiera para permitir que se celebrara un juicio”.
En el comunicado se señala que “el Papa cree firmemente que si hay algo que la Iglesia debe aprender del Sínodo es escuchar con atención y compasión a los que sufren, especialmente a los que se sienten marginados por la Iglesia”.
La posible apertura de un nuevo proceso canónico podría comportar, entre otras cosas, la expulsión del sacerdocio para Rupnik.
El anuncio ha marcado un punto de giro importante en la gestión del caso. Es significativa la intervención de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, ya que la veintena de monjas que han denunciado a Rupnik eran adultas cuando se cometieron los abusos. Es relevante incluso la terminología que se ha empleado en el comunicado, que habla de “cercanía a las víctimas”, ya que hasta el momento las autoridades eclesiásticas habían rechazado incluso considerar a las mujeres que habían denunciado a Rupnik como “víctimas”.
Los hechos denunciados se remontan a principios de la década de 1990 y se trataba de presuntos abusos psicológicos y sexuales a monjas de la comunidad eslovena Loyola de Lubliana, fundada por un religioso del que Rupnik era amigo y padre espiritual.
El caso estalló hace cerca de un año, pero en los ambientes eclesiásticos se conocía desde antes. Los jesuitas admitieron que Rupnik había sido sancionado con algunas restricciones después de una investigación interna.
Según explicaron los jesuitas, el dicasterio para la Doctrina de la Fe, responsable de los procesos canónicos en materia de abuso sexual, “recibió una denuncia en 2021 contra el padre Marko Ivan Rupnik sobre su forma de ejercer su ministerio”.
Entonces se encargó a la Compañía de Jesús que abriese una investigación preliminar y “después de estudiar el resultado, el dicasterio vaticano encontró que los hechos en cuestión debían considerarse prescritos y por lo tanto cerró el caso a principios de octubre de este año 2022″.
La Compañía de Jesús señaló en su día que las denuncias de las mujeres parecían “muy creíbles”. Pero afirmó que las normas canónicas del Vaticano vigentes en la época de los supuestos abusos impedían castigos más severos para casos antiguos de abusos a adultos.
Mientras duró la investigación, se tomaron varias medidas cautelares contra el padre Rupnik como “la prohibición del ejercicio del sacramento de la confesión, de la dirección espiritual y del acompañamiento de los ejercicios espirituales”. Los jesuitas explicaron en junio, cuando anunciaron la expulsión del religioso, que Rupnik había quebrantado reiteradamente las restricciones que se le habían impuesto.
El caso está lleno de sombras y ha sido un quebradero de cabeza para el Vaticano y para el propio papa Francisco. El año pasado se supo que la Doctrina de la Fe había excomulgado ya en 2020 a Rupnik —el castigo más duro en la Iglesia— por “absolver a un cómplice de un pecado contra el sexto mandamiento”. Es decir, el sacerdote había utilizado el confesionario en 2018 para absolver a una monja con la que había tenido relaciones sexuales —presuntamente había abusado de ella— obligándola a guardar silencio: uno de los delitos canónicos más graves. Lo sorprendente es que poco después, con un acto extraordinario, se levantó la excomunión. Se desconoce por qué motivo se tomó esa decisión.
Algunos medios señalaron que el Papa es la única autoridad que puede hacerlo, y resaltaron también las sospechas que había levantado la cancelación de la excomunión, teniendo en cuenta que en aquella época el prefecto de la Doctrina de la Fe era el español Luis Ladaria, que también es jesuita. Mientras que otros apuntaron a que la sentencia podría haber sido impugnada por el padre Rupnik y conmutada después por otro tipo de sanciones.
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