Con 20 botellas se fabrica un ladrillo más económico
El gran acierto de la Fundación Narices Chatas de Tartagal
Dado el parate de la pandemia, la Fundación Narices Chatas se ha planteado qué hacer en medio de ciertas carencias y concluyó que solo disponían de una materia prima abundante como el plástico. Y entonces decidieron fabricar ladrillos ecológicos, reciclando las botellas deshechadas.como es bien sabido, Tartagal, padece altos niveles de desocupación y miseria. Por eso, direccionaron sus acciones a resolver la falta de trabajo y posibilitar la construcción de viviendas a bajo costo.
Según Fabiola Soria -Presidenta de la Fundación- Narices Chatas nació para entrenar en boxeo en el gimnasio de su hermano, Aarón.
Fabiola es promotora de boxeo y promovió la organización del primer campeonato de boxeo de los barrios en Tartagal, con lo cual empezaron a recaudar dinero para destinarlos a los merenderos barriales.
Una vez que abrió un merendero en su casa, abrió el merendero, la conmovió cuando ingresó la primera abuela wichí de la Comunidad Lapacho II. En cuyo barrio ahora se organizaron las abuelas para amasar y hornear tortillas para la merienda.
La familia Soria también gestiona el merendero Lohana Berkins, donde brindan alimento a niños y a integrantes del colectivo LGBTIQ.
Y a continuación, Fabiola inscribió el proyecto de ecoladrillos o Plastilladrillos para resolver el problema habitacional que es muy común. Ella advierte que “Hace 20 años existe este ladrillo en Córdoba y tiene matrícula, a instancias del CONICET Y que está autorizado para la creación de viviendas sociales”.
Con esa comprensión comenzó “a buscar alguna manera en la que ellos puedan construir algo” y así dio con los ladrillos hechos con botellas de plástico trituradas y luego mezcladas con cemento y arena.
Para concretar el proyecto sobrevino un aprendizaje sobre reciclado, la importancia de que se separen los residuos, de que no se tiren las botellas. “Y empezás a conocer un mundo también”, el de los ecologistas.
La iniciativa recibió un empujón fuerte en diciembre de 2019, cuando un ex practicante de boxeo, que se fue a trabajar al sur, vino de visita a Tartagal y, enterado del proyecto, donó la plata para comprar un molino triturador.
Entonces empezaron a colectar botellas, luego tramitaron cupos en el programa Potenciar Trabajo para 10 voluntarios. “Hacemos jornadas de colectas, nos encargamos de publicitar todo el tiempo que la gente no tire las botellas. Un año la hemos concientizado”, de manera tan efectiva que “ahora la gente viene, toca la puerta y te lleva la botella”. Además, formaron una Brigada Ecológica que va a buscar botellas donde la llamen. Y se hacen jornadas de recolección en las plazas, para eso armaron un carro tirado por un auto, el Plastimóvil, que se estaciona en determinados puntos de la ciudad para recibir las botellas.
“La idea es que acá en Tartagal, que ahora es un emprendimiento chiquito, se pueda convertir en una fábrica más grande y que tenga la participación de las demás localidades con sus propias botellas”, se entusiasmó Fabiola.
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