En un contexto de orfandad de parte del comando de buenos aires, más un creativo coraje, Manuel Belgrano había diseñado un ardid, mediante el cual simuló que tomaría un camino directo a Santiago del Estero, figurando que no se quedaría en Tucumán.
Así, el prócer pudo engañar al comandante realista Pío Tristán, quien creyó que efectivamente, Belgrano y su ejército esquivaría los cuarteles tucumanos y abandonaría nuestra provincia, por lo cual, descuidó las más elementales precauciones de orden militar, pese a que para la ocasión, el brigadier invasor contaba con el doble de soldados de los que disponía Belgrano, con su Ejército del Norte.
Con esta osada estrategia, la resistencia patriótica pudo detener el avance realista sobre el noroeste argentino.
Repasando la crónica de ese triunfal 1812, se destaca el momento en que el 25 de Mayo del mismo año instaló en Jujuy el cuartel general y en celebración del segundo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, hizo bendecir la bandera albiceleste.
Después, el 23 de Agosto de 1812, determinó que era imposible resistir el avance realista por esas tierras y organizó el exitoso Éxodo Jujeño, que consistía en el abandono de sus hogares y la retirada de todos los Salteños y Jujeños hacia Tucumán, quienes arrasaron todo a su paso, para dejar sin víveres a los realistas. Luego, cuando el Gobierno rioplatense le pidió que fuera a Córdoba, fue cuando Belgrano decidió enfrentar a los realistas en el Campo de las Carreras de Tucumán.
El general Manuel Belgrano, devoto de la Virgen María, había puesto bajo la protección de la Virgen de las Merced a todas las tropas patriotas. sostenida
La batalla de Tucumán, fue librada por un Ejército del Norte que ostentaba un perfil muy federal, pues estaba integrado por: el escuadrón “Decididos” de Jujuy, la caballería salteña, las milicias tucumanas, remanentes de regimientos porteños, la compañía catamarqueña y por los jinetes guerrilleros del Alto Perú. Motivo por el cual puede concluirse que aquella, fue una batalla de la unión libertaria.
Tras la victoriosa Batalla en Tucumán, el prócer distinguió a Nuestra Madre de la Merced y la nombró ‘Patrona y Generala del Ejército’, entregándole su ‘Bastón de Mando’, la misma tarde de aquél glorioso 24 de Septiembre.
Como bien se recordará, Manuel Belgrano siempre hizo notar su devoción por la Inmaculada Concepción, cuyos mantos en distintas versiones han sido albicelestes, de donde surgieron: la escarapela y el penacho del Regimiento de Patricios, en ocasión de las invasiones inglesas.
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